lunes, 15 de agosto de 2016

TRAYECTORIA LITERARIA

Ricardo Palma es la figura más significativa del romanticismo peruano y uno de los escritores mejor dotados del siglo XIX americano

Debutó en la literatura en 1848 formando parte del grupo que él mismo llamaría más tarde la bohemia de su tiempo. Comenzó con poesía —unos versos románticos que aparecieron el 31 de agosto en El Comercio— mientras paralelamente escribía en diversas publicaciones críticas de espectáculos con numerosos seudónimos.5 Luego pasó a escribir obras de teatro —su primer drama, El hijo del sol (1849), no se llegó a representar—, pero alrededor de 1858 dejó de hacerlo a pesar de haber obtenido algún éxito en el público limeño.
Solo dos piezas de este periodo han sobrevivido: el drama Rodil (1851), redescubierto cien años después de su publicación (Palma había destruido la mayoría de los ejemplares) y la comedia El santo de Panchita, que escribió junto con Manuel Ascencio Segura.
Su primer libro de prosa, Corona patriótica, apareció en 1853. Dos años más tarde sale Poesías y en 1865, Armonías. Libro de un desterrado.
Su obra poética no estuvo exenta de polémica: en 1890 publicó A San Martín, poema que provocó la protesta del gobierno chileno, que lo consideró ofensivo para su país. El último poemario de Palma, Filigranas. Aguinaldo a mis amigos, apareció dos años más tarde. En 1865, compiló la antología Lira americana. Colección de poesías de los mejores poetas del Perú, Chile y Bolivia.
Como periodista, colaboró en numerosos medios nacionales y extranjeros. A los 15 años, la misma edad en la que hizo su debut literario, dirigió El Diablo, un periódico político y satírico. Esta última vena la seguiría explotando en su colaboración con la hoja El Burro (1852), en 1867 sería redactor principal de otro periódico satírico y político, La Campana y diez años más tarde fundaría, junto con Acisclo Villarán y Manuel Atanasio Fuentes (conocido como El Murciélago), La Broma (1877-1878). Fue redactor de El Liberal, El Mercurio, La Revista de Lima —tardío órgano literario del romanticismo, que llegó a dirigir—; colaborador de El Correo del Perú, donde publicará numerosas tradiciones, El Correo de Lima, La Patria, El Liberal, La Prensa (Buenos Aires) , El Perú Ilustrado, y de muchos otros periódicos y revistas, tanto peruanas como de otros países.
Palma destacó también en el género histórico. De su pluma salieron los Anales de la Inquisición de Lima (1863), el polémico Monteagudo y Sánchez Carrión. Páginas de la historia de la independencia (1877) y su Refutación a un compendio de historia del Perú (Lima 1886). En esta obra, Palma, que era masón, lanzó un ataque contra los jesuitas tan virulento que motivó la prohibición, por el Congreso peruano, del establecimiento de esta orden religiosa en el país y su expulsión.

Como lingüista —Palma fue presidente de la Academia Peruana de la Lengua desde su fundación, el 5 de mayo de 1887— abogó por la admisión de nuevos vocablos, lo que quedó reflejado en sus libros Neologismos y americanismos (1896) y Papeletas lexicográficas (1903).
Los relatos breves sobre diversos temas, que comenzó a escribir a principios de los años 1859, más tarde derivarían en sus Tradiciones peruanas (en rigor, la primera vez que usó el nombre de “tradición peruana” fue para un texto de 1854 titulado Infernum el hechicero y que nunca fue recogido en las series). La primera serie de esta obra magna de Palma la publicó en 1872, el mismo año en el que, a raíz del asesinato del presidente José Balta, decide abandonar la política y consagrarse definitivamente a las letras.

Los textos que componen las Tradiciones —y que se puede decir que constituyen un nuevo género, intermedio entre el relato y la crónica— están construidos a partir de hechos históricos o anécdotas populares de carácter ligero y burlesco que constituyen un género literario particular. Al primer volumen, le siguió, dos años después, otro con la segunda serie. En total, las series fueron seis, a las que hay que agregar Ropa vieja y Ropa apolillada. El título de Tradiciones peruanas, con el que se conocen hoy el conjunto de esos libros, fue utilizado por primera vez en la edición barcelonesa de cuatro tomos (1893-1896). Pero este no fue el fin de la serie: más tarde publicó Tradiciones y artículos históricos, Cachivaches, Mis últimas tradiciones peruanas y cachivachería y Apéndice a mis últimas tradiciones peruanas, más la edición El Palma de la juventud. Las hijas de Palma, ya muerto el escritor, se encargaron de hacer la edición definitiva, en seis volúmenes, de las Tradiciones peruanas, que contó con el apoyo del gobierno de su país.

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