lunes, 15 de agosto de 2016

Rubén Darío escribió sobre Ricardo Palma: es el primer limeño de Lima parte III

Es la primera figura literaria que hoy tiene el Perú junto con mi querido amigo el poeta Márquez, insigne traductor de Shakespeare. Y -a propósito de poetas- en una de sus cartas me decía una vez don Ricardo: “Yo no soy poeta”. Ante esa declaración, no hice sino recordar su magistral traducción de Víctor Hugo, donde aparece formidable y aterrador aquel ojo que, desde lo infinito, está fijo mirando a Caín en todas partes. En cuanto a sus versos ligeros y jocosos, pocos hay que lo aventajen en gracia y facilidad. Tienen la mayor parte de ellos algo encantador, y es la nota limeña.
¡Lima! Ya lo he dicho en otra parte: Si Santiago es la fuerza, Lima es la gracia. Si queréis gozar, ¡oh, los que leáis estas líneas! id a Lima si tenéis dinero; y si no tenéis, también id. Hallaréis un delicioso clima, muchas flores, un cielo azul y radiante. Y sobre todo, allí encontraréis a la andaluza de América, a la mujer limeña, breve de pie y de mano, de boca roja, y ojos que hipnotizan, incendian y enloquecen. Id al hermoso paseo de la Exposición lleno de kioskos, alamedas, jardines y verdores alegres; id en las tardes de paseo, cuando están las mujeres entre los árboles y las rosas, como en una fiesta de hermosura, o en concurso de gracias, dominadoras y gentiles. O pasad por los portales, cuando envueltas en sus mantos negros, pasan las damas que sólo dejan ver algo del blancor rosado del rostro, en el que, incrustados como dos estrellas negras, están encendidos de amor los ojos bellos.
El pueblo de Lima canta en arpa. La cerveza de Lima es excelente. En la ciudad de Santa Rosa se fabricó un palacio, la alegría. Lima gusta de los toros, como buena hija de España. Sus teatros son a menudo visitados por buenos troupes, y el público es inteligente y entusiasta por el arte. Flota aún sobre Lima algo del buen tiempo viejo, de la época colonial. Lima tiene paseos, plazas, estatuas. Sobre una gran columna, que conmemora el célebre 2 de mayo, se alza líricamente una fama que emboca su sonoro clarín. En otro lugar he visto a Simón Bolívar en su caballo de bronce, con la espada victoriosa en su diestra de héroe. Lima es católica, pero está llena de masones. En Lima hay familias de noble y pura sangre española. En el pueblo de Lima se puede notar ahora la más extraña confusión de razas: chino y negro, blanco y chino, indio y blanco, y las variaciones consiguientes. -El cholo es débil pero canta claro y es añagacero. Lima es pintoresca, franca, hospitalaria, garbosa, complaciente y risueña. El que entra a Lima está en el reino del placer. En Lima no llueve nunca. La tradición, -en el sentido en que Palma la ha impuesto al mundo literario- es flor de Lima. La tradición cultivada fuera de Lima, y por otra pluma que no sea la de Palma, no se da bien, tiene poco perfume, se ve falta de color. Y es que, así como Vicuña Mackenna fue el primer santiaguino de Santiago, Ricardo Palma es el primer limeño de Lima.

Me despedí de él con pena. ¡Quién sabe si volveré a verle! Y ya en el coche, que volaba camino del hotel, -donde tenía que ver a Eloy Alfaro- con los ojos entrecerrados, satisfecho de mi visita, sonreía al pensar en que el ogro no era como me lo pintaba mi amigo el chileno; y guardaba con orgullo, en mi memoria, para conservarlo eternamente, el recuerdo de aquel viejecito amable, de aquel buen amigo, de aquel glorioso príncipe del ingenio. (RPPC, El Perú Ilustrado, 1890) (Xammar, 1994)

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