Es la primera figura literaria que
hoy tiene el Perú junto con mi querido amigo el poeta Márquez, insigne
traductor de Shakespeare. Y -a propósito de poetas- en una de sus cartas me
decía una vez don Ricardo: “Yo no soy poeta”. Ante esa declaración, no hice
sino recordar su magistral traducción de Víctor Hugo, donde aparece formidable
y aterrador aquel ojo que, desde lo infinito, está fijo mirando a Caín en todas
partes. En cuanto a sus versos ligeros y jocosos, pocos hay que lo aventajen en
gracia y facilidad. Tienen la mayor parte de ellos algo encantador, y es la
nota limeña.
¡Lima! Ya lo he dicho en otra parte:
Si Santiago es la fuerza, Lima es la gracia. Si queréis gozar, ¡oh, los que
leáis estas líneas! id a Lima si tenéis dinero; y si no tenéis, también id.
Hallaréis un delicioso clima, muchas flores, un cielo azul y radiante. Y sobre
todo, allí encontraréis a la andaluza de América, a la mujer limeña, breve de
pie y de mano, de boca roja, y ojos que hipnotizan, incendian y enloquecen. Id
al hermoso paseo de la Exposición lleno de kioskos, alamedas, jardines y
verdores alegres; id en las tardes de paseo, cuando están las mujeres entre los
árboles y las rosas, como en una fiesta de hermosura, o en concurso de gracias,
dominadoras y gentiles. O pasad por los portales, cuando envueltas en sus
mantos negros, pasan las damas que sólo dejan ver algo del blancor rosado del
rostro, en el que, incrustados como dos estrellas negras, están encendidos de
amor los ojos bellos.
El pueblo de Lima canta en arpa. La
cerveza de Lima es excelente. En la ciudad de Santa Rosa se fabricó un
palacio, la alegría. Lima gusta de los toros, como buena hija de
España. Sus teatros son a menudo visitados por buenos troupes, y
el público es inteligente y entusiasta por el arte. Flota aún sobre Lima algo
del buen tiempo viejo, de la época colonial. Lima tiene paseos, plazas,
estatuas. Sobre una gran columna, que conmemora el célebre 2 de mayo, se alza
líricamente una fama que emboca su sonoro clarín. En otro lugar he visto a
Simón Bolívar en su caballo de bronce, con la espada victoriosa en su diestra
de héroe. Lima es católica, pero está llena de masones. En Lima hay familias de
noble y pura sangre española. En el pueblo de Lima se puede notar ahora la más
extraña confusión de razas: chino y negro, blanco y chino, indio y blanco, y
las variaciones consiguientes. -El cholo es débil pero canta claro y es
añagacero. Lima es pintoresca, franca, hospitalaria, garbosa,
complaciente y risueña. El que entra a Lima está en el reino del placer. En
Lima no llueve nunca. La tradición, -en el sentido en que Palma la ha impuesto
al mundo literario- es flor de Lima. La tradición cultivada fuera de Lima,
y por otra pluma que no sea la de Palma, no se da bien, tiene poco perfume, se
ve falta de color. Y es que, así como Vicuña Mackenna fue el primer santiaguino
de Santiago, Ricardo Palma es el primer limeño de Lima.
Me despedí de él con pena. ¡Quién
sabe si volveré a verle! Y ya en el coche, que volaba camino del hotel, -donde
tenía que ver a Eloy Alfaro- con los ojos entrecerrados, satisfecho de mi
visita, sonreía al pensar en que el ogro no era como me lo pintaba mi amigo el
chileno; y guardaba con orgullo, en mi memoria, para conservarlo eternamente, el recuerdo de aquel viejecito amable, de aquel buen amigo, de aquel
glorioso príncipe del ingenio. (RPPC, El Perú Ilustrado, 1890) (Xammar, 1994)
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